“Yo no sé lo que siento,
de consumismo estoy sediento,
sé que por mi estilo de vida, muchos se mueren y yo no me arrepiento,
solo sé una verdad, que el capitalismo es cruento
y que nuestro materialismo no posee fundamento.
No pretendo asustaros,
solamente advertiros
de que os queda poco tiempo para divertiros,
porque las multinacionales se están haciendo con el poder y pronto se liarán a tiros,
nos concederán salarios vomitivos
y horarios de trabajo abusivos;
nuevo orden mundial,
comandado por los jefes de cualquier multinacional,
que explotan a tu padre y a ti te dan de comer muy mal,
así comprenderás porque Karl Marx no era un ente irracional,
él ya sabía que nos embriagaban con objetos materiales insípidos como la sal
y que esto tendería a empeorar, para finalmente acabar fatal,
para terminar teniendo a maquilas que ensucian la ropa que nos ponemos, con la sangre de esclavas que no conocemos;
ya, todo esto lo desconocemos
y, mientras eso ocurre, seguimos pensando en comprarnos el videojuego de Nemo,
como si fuésemos memos,
consumir de manera infundada es lo nuestro, aunque nos extenuemos,
así criamos a nuestros hijos, adictos a un materialismo de coches,
derroches
y juguetes para fantoches,
los adolescentes son así de infelices,
porque solo saben divertirse no leyendo un maldito libro y pillando borracheras como perdices,
mientras los distribuidores de bebidas alcohólicas, en ostentar los beneficios, marcan las directrices;
mientras todo esto sucede, obreros en paro,
mientras Renault sigue vendiendo su orgullo a través de los Talleres Saro,
o a través de las privatizaciones que se llevan a cabo sin reparo,
así tenemos que saber que esto tiende a configurarse como un orden económico de mayor liberalismo para las empresas y menor socialismo para los obreros,
y si protestamos, es contra esto y no porque estemos presos de los celos,
entiende que los que se benefician son ellos,
mientras nosotros solo consumimos los productos etiquetados con sus sellos.
Contra el consumo banal,
contra el materialismo superficial,
comencemos a crear un mundo solidario y racional.
Contra la estupidez capitalista,
contra la desinformación egoísta,
comencemos a fomentar la configuración de una sociedad anarquista.
Segunda parte de este “manifiesto anticonsumista”,
yo solo sé que consumimos sin freno y que esta sociedad es tremendamente comercialista,
Vendemos el amor,
el dolor,
el ordenador,
el aspirador,
si es que no hacemos algo peor,
como tirar la comida al contenedor;
por favor,
¿les parece normal permanecer imperturbables ante el dolor?,
es que no tenemos pudor,
aunque es normal, si esta sociedad siempre termina matándose por un color;
niños bebiendo una Coca-Cola,
gente que camina sola,
personas que van a su bola,
adolescentes soñando con comprar el coche que más mola,
la televisión encendida contándonos alguna trola,
existencia de niños obesos en los EEUU, que se comen hasta la cacerola,
famosos cuya única preocupación es salir en el “Hola”,
mientras otros no les queda más remedio que vivir en una chabola;
porque la desigualdad territorial y social
hacen que yo no me crea eso de que el país no va mal,
mientras otros pagan cantidades astronómicas de dinero a unos futbolistas, solo para que hagan piruetas con el balón encima de la cal,
¡dios, cuánto presidente subnormal!,
esto no es normal,
que unos puedan acceder a comprar en las rebajas,
mientras otros se mueren de hambre y duermen encima de pajas;
ya lo sabes, en esta sociedad, si eres pobre o inmigrante, no encajas,
así que prepárate a ver sobre clavadas sobre tu tórax un par de navajas.
Es cierto, yo reflejo la deplorable realidad con mis versos,
mientras las multinacionales se dedican a privatizar los aeropuertos
y los que pueden, a consumir como puercos,
es lo que existe en este el país de tuertos
y auténticos “bull-dogs” sueltos,
de terroristas absueltos,
y de inocentes muertos,
estamos insertos en el país de los “anticuerdos”,
donde todo el barrio rico tiene química con el dinero,
donde existen guetos, aunque no es nuestro deseo,
donde no se valora al que se gana la vida limpiamente y con esmero,
aquí, la corrupción se expande, como en la Edad Media el fuero.
Por ello, no puedo vivir tranquilo,
por ello, no puedo comerme tranquilo un pepinillo,
siento que me siento rarillo,
en este capitalismo, donde se enriquece el diablillo
y sufre el angelillo.
Esta es la realidad,
de una sociedad establecida en la pubertad,
pero, tranquilos, que la mundialización nos hará ver la realidad”.
viernes, 16 de abril de 2010
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